No conozco la India. Pero después de haber escuchado la versión en audio de esta monumental novela, la India ya no me es ajena.
Dos aclaraciones o advertencias antes de entrar en las sublimes lecciones que me dejó esta obra:
- Desde un punto de vista literario, esta novela, es de muy mala calidad. Este no es el espacio apropiado para entrar en discusiones filosóficas de qué es y qué no es buena literatura. Pero lo que esta obra no tiene en calidad literaria, le sobra en calidad humana.
- La India, con su historia milenaria, para la mayoría de quienes no la conocemos, ha sido estereotipada en buena medida como un destino estrictamente de peregrinaje espiritual, el cual sin dejar de ser una realidad, dista mucho de ser el único aspecto de este vasto y complejo país, con innumerables culturas, idiomas, climas y religiones. Esta novela se enfoca en muchas de esas facetas igualmente reales de la India, de maneras a veces duramente crudas o violentas.
Debo también enfatizar que, al haber escuchado la versión en audio, el narrador, Humphrey Bower, aportó efectos únicos a las interminables historias entrelazadas en Shantaram, mediante una magistral entonación de voz, recreando diferentes voces para cada personaje, con un admirable talento para la imitación de acentos de las diferentes nacionalidades presentes en la novela.
Dicho lo anterior, entro a compartir mis impresiones de Shantaram.
El autor de esta novela, Gregory David Roberts, en realidad fue un prófugo de la ley australiana, tal y como se describe en el inicio de la historia, escapando de la prisión a principios de la década de los 80, ingresando a la India con un pasaporte falso de Nueva Zelanda.
El trayecto, que se irán convirtiendo en meses y luego años de estadía en aquel país, inicia en un humilde hotel turístico de Bombay, en donde empieza a recorrer la ciudad con la ayuda de su guía y luego cercano amigo, Prabaker. También empieza a interactuar con cierto grupo de extranjeros, la mayoría europeos, y a su manera, todos se relacionan con esas facetas oscuras de la condición humana: prostitución, delincuencia, estafa, drogas y violencia.
El personaje principal de la novela, Lindsay o Lin, y bautizado como Linbaba por Prabaker, poco a poco va abriéndose camino en las calles de Bombay, ayudando a otros turistas a facilitarles la compra de moneda local, drogas o diversión poco convencional.
Pero a través del exilio de Lin, se van presentando diferentes eventos, aventuras y circunstancias, la mayoría por completo inverosímiles, pero no por ello menos conmovedoras y capaces de hacernos pensar en cuánto ignoramos de nuestra propia humanidad.
Tras la consolidación de su amistad con Prabaker, éste lo invita a su pueblo natal, llamado Sunder, en donde aprende el idioma Marathi, y en este exquisito episodio de la novela, se muestra una faceta admirablemente humilde de la India, llena de vida, color y una magia humana que al parecer solamente existe en esos lugares recónditos y eternamente alejados de la llamada civilización urbana. Es aquí también donde se describe la emblemática temporada de lluvias monsónicas de aquel país. En medio de un pueblo chico, habitado por seres humanos que parecieran extraidos de leyendas olvidadas.
Siguiendo la trama, luego de algunos eventos infortunados, y en el afán de mantener su incógnita identidad de prófugo, Lin termina aceptando una oferta de residir en uno de los barrios bajos de Bombay (los también tristemente célebres “slums”). Es aquí donde arranca una verdadera saga de sucesos, aventuras y eventos, entrecruzada con decenas de personajes, que van tejiendo una complejísima red de historias…
…historias en las que a cuenta gotas van surgiendo los métodos tradicionales de orden moral en las familias de los slums, así como las inmundas condiciones en las que se ven forzadas a vivir, resolviendo diariamente la sobrevivencia de maneras que rozan lo heroico;
…historias en las que van mostrándose el frágil pero a la vez intocablemente rígido sistema de clases (y castas) sociales, adornadas con reliquias vivientes, tales como los “Babas de Pie”, que son devotos religiosos que han hecho un voto de permanecer de pie durante períodos de duración diversa, que abarcan años;
…historias que van mostrando el acceso a la salud de este vastísimo segmento de la población, las redes clandestinas de tráfico de medicinas ante la imposibilidad de obtener medicamentos por la vía legal, la manera de combatir y manejar epidemias como el cólera;
…historias que muestran la fuerza inagotable del espíritu humano, mediante celebraciones sociales, humor diario, solidaridad y camaradería en medio de condiciones tan adversas.
Y mientras gradualmente la novela y su personaje central se va separando de los barrios bajos -con un crudo paréntesis de lo que podía llegar a ser una prisión rural de la India en aquellos años-, se empieza a abrir un panorama de lo que es el mundo entero tras bambalinas.
Está claro que la ambición humana ha sido el principal motor en el desarrollo de nuestros sistemas políticos y económicos, lo cual ha creado estructuras altamente sofisticadas para controlar dichos sistemas. Pero la ambición humana no se limita únicamente a tales sistemas, sino que en la medida que un sistema es creado, surgen versiones ocultas, ediciones prohibidas de tales sistemas, que no compiten con las estructuras oficiales, sino que en buena medida las consolidan.
Shantaram muestra un detallado recorrido por estos pasajes oscuros del poder, a través de una consolidada red de mafia, que abarca el cambio de divisas, la fabricación de pasaportes, el espionaje o el tráfico de armas. Todo esto en un panorama cada vez más amplio, que va conectando las historias de la novela, con la compleja realidad política de un planeta que no parece encontrar su rumbo -quizá por su misma falta de interés en buscarlo.
Y es en medio de estos improbables personajes, sumidos de pies a cabeza en actividades ilícitas de alto nivel, que se escapan enseñanzas verdaderamente filosóficas en la novela. Paradójicamente, son diferentes personajes de ese mundo de poderes paralelos, los que brindan auténticos tesoros de sabiduría, que además proponen una original cosmovisión del mundo y teologías personales, muy dignas de reflexión.
Y por si toda la riqueza humana que esta monumental novela ofrece no fuera suficiente, también se mezcla con historias verdaderas, como la manera en la que se vivió en India el asesinato de Indira Gandhi, o lo que fue la guerra de Afganistán con la entonces Unión Soviética de Repúblicas Socialistas, relatando magistralmente cómo el desgaste de dicha potencia mundial, en aquel humilde país, fue uno de los factores esenciales que marcaron el principio del fin de la Guerra Fría, y la inevitable caída de aquel imperio rojo.
Cierro diciendo que aunque todo lo descrito arriba, y los contextos utilizados para narrar Shantaram parecieran ser sombríos, es justamente eso lo que permite que a través de las historias surjan las verdaderas potencialidades y poderes de la naturaleza humana: la improbable y omnipresente fuerza del amor y del romance, la inagotable capacidad del humor para seguir adelante, la luz incandescente de la fe en un mejor futuro.
En conclusión, historias llenas de fuerza, cargadas de enseñanzas, profundamente humanas.
Ojalá esta nota inspire a realizar tan memorable viaje por Shantaram.